ROBOTS GIGANTES Y LA OBJETIVIDAD DEL FRIKI

Hace un rato tenía un debate con un amigo al respecto de la situación del cine contemporáneo. Yo me quejaba amargamente al no recordar la última peli que me emocionó en el cine. De la que saliese convencido de haber visto CINE, como al salir de ver Los Intocables, Sin Perdón, La Misión, Tiburón...entre tantas otras. Por desgracia, la gran mayoría de referencias se quedan en los 80, máxime principios de los 90. Excepciones contadísimas más recientes como El Topo ya empiezan a quedar bastante atrás en el tiempo.
Dándole vueltas, he disfrutado como un enano con las pelis de Wes Anderson, pero debo reconocer que difícilmente aguantan comparación con los nombres que sacaba el amigo Paco a colación: Nicholas Ray, John Ford, Fritz Lang, Ernst Lubitsch, Raoul Walsh....
Pocos aguantan el tipo. Pensando en nombres como Clint Eastwood, Steven Spielberg, Woody Allen y Martin Scorsese, se van diluyendo con los años y sólo se puede intuir un atisbo de la grandeza que demostraron hace más de una década.
Recordaba, con surrealista nostalgia, la bocanada de aire fresco que supuso el reestreno de El Hombre Tranquilo en los cines Verdi de Barcelona. Una tarde de cine que disfruté como hacía mucho tiempo.
Finalmente he aceptado, enrojecido de vergüenza, que me veo en la obligación de no valorar en esos términos las pelis de super-héroes, fantasía y ciencia-ficción. No puedo hacerlo. El frikismo me puede. Desmonta mi objetividad porque disfruto a otro nivel. Mucho menos elevado. Visceral. Conectan con la parte más baja y arcaica de mi cerebro.
No puedo valorarlas a nivel artístico. Pero maldita sea, cuando veo imágenes como el nuevo trailer que hoy ha colgado Guillermo Del Toro de Pacific Rim, e identifico en ellas la película de Mazinger Z que hubiese querido ver a los diez años...Una bomba. Una bomba termonuclear (por utilizar un término viejuno que ancle el comentario en mi infancia):

Stay tuned!