No por tener un destino más digno que el infame parking del Capitol, la nostalgia del cine Coliseum resulta más llevadera.
Este bucólico parterre que viste la entrada al circo romano de Tarraco fue otra de las sedes de mi crecimiento en la estima del medio cinematográfico.
Al final de uno de los patios de butacas más esplendorosos que he visto nunca, con una larguísima rampa que le daba un aspecto majestuoso, se encontraba la pantalla donde vi dos de las joyas que más me impactaron en mi pre-adolescencia.
Ni recuerdo la cantidad de sábados...y domingos que hice cola para ver Los Cazafantasmas. Detalle, el del día, más significativo de lo que parece a primera vista, pues en mi familia el momento de la semana establecido para acudir religiosamente al cine con mi hermano era el sábado por la tarde. El hecho de acudir a una sala en domingo resultaba excepcional, y sin duda resultado de acuerdos arrebatados a mis padres después de arduas negociaciones que dejarían las intrigas de Juego de Tronos a la altura de Charlie Brown. Toda penitencia valió la pena para recitar de memoria el diálogo de Bill Murray y Dan Aykroyd en el campus de la Universidad de Columbia haciendo un brindis al sol.
La segunda película por la que recuerdo haber sido deslumbrado en el Coliseum fue mi primer contacto con la obra de James Cameron. No repetí tantas veces como Los Cazafantasmas, pero no fueron pocas. Las escenas de acción de serie B con una fuerza arrolladora se me quedaron marcadas, pero el recuerdo más vívido es el de la escena en que el terminator se auto-extirpa la cubierta biológica de su ojo biónico y se autorepara el brazo. Recordáis aquella angustiosa banda sonora a base de sintetizadores? Puro años ochenta.
Acabo, como en el recuerdo del Capitol, recomendando una banda sonora para confirmar el viaje nostálgico. En este caso será la obra del maestro Elmer Bernstein para Ghostbusters. Disfrutad:
Stay tuned!
Desde luego. lo de los cines en Tarragona da para una película. Poner un cine en un circo romano...ahí es nada. Pero no era el único, verdad? Allí había otro, el César...con un par, valga la analogía. Yo reconozco que tenía poca costumbre de ir al cine, había visto lo que había visto. Ir era una cosa excepcional...hasta que me crucé con el insigne autor de este blog.
ResponderEliminarEl César tendrá su capítulo
Eliminaral igual flipo, però crec que en aquest cine hi vaig veure alguna peli. li preguntaré a mon pare, que era qui em portava al cine quan era peque ^_^
ResponderEliminarMuchas Gracias David por esa foto del Coliseum. Me viene en el recuerdo aquellas carreras por la empinada rampa para coger sitio, aquella entrada tapada por un telon ya antiguo cuando lo pusieron y que parecia pear demasiado no se si por el peso o por lo que nos costaba a nosotros. Aquella olor a palomitas y Baron Dandy de los padres... en fin recuerdos a infancia en mayusculas.
ResponderEliminarAsí me gusta! A compartir recuerdos de pequeños frikis ya cuarentones. Cómo mola. A que es toda una experiencia ver imágenes de lugares que recuerdas de la infancia pero ya han desaparecido?
Eliminar